Esta semana de carnaval todos los colegios celebran pequeñas fiestas destinadas a que los niños se disfracen junto a sus compañeros y hagan una pequeña representación para disfrute de padres y familiares. Nosotros hemos tenido el placer de cubir una de esas fiestas en uno de los colegios de Madrid.
Necesitábamos una de nuestras cámaras más ágiles, porque había que hacer trescientas fotos en 45 minutos. En la bolsa metí la D300 a la que ya le quedan pocos trabajos, y una D80 de refuerzo por si acaso. Por supuesto, el SB900 de Nikon, compañero de batallas. Clase tras clase fueron saliendo todos los niños. Fotos de grupitos, algunos miraban y otros no, pero no era momento de buscar la perfección. Los niños están en otro mundo con tanto estímulo de colores y sonidos. ¡Incluso las profes están nerviosas!
Empieza el desfile frente a los padres. Doscientas cámaras por metro cuadrado, vídeo y fotografía. Menos mal que nosotros tenemos pase y podemos disparar antes de que los niños lleguen a la zona del público. Pero por supuesto, otro padre aparece con su cámara para ponerse justo delante de mí a grabar un vídeo de los niños. Paciencia, que hay niños. En estos casos no hay nada como ponerse al otro lado y salir en su plano para que se dé cuenta.
Después del paseíllo de todos los niños del cole, fotos de grupo ultra rápidas y vuelta a clase para que los papis vayan recogiendo a los niños.
Y, por supuesto, fotos de las profes entre solicitudes de «a mí me haces photoshop».
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